20.06.2013 07:48

No me lo puedo creer.

Opinión

Juan José Donaire

 

No me lo puedo creer.

Hay ocasiones que al leer según que noticias, no  queda otra más que releer de nuevo para darse cuenta de que está despierto y no en plena pesadilla nocturna. El plan que barajan los soberanistas catalanes, según el documento “La futura fuerza de defensa de Catalunya” elaborado por el Centro de Estudios Estratégicos de Catalunya (CEEC), incluye, además de un Ejército de 35.000 efectivos comprometidos con la nación catalana, el desarrollo de infraestructuras militares sin precedentes, que afectarán a los puertos de Barcelona y Tarragona convirtiéndolos en bases navales. Pero esto implica un período de tiempo que se estima de unos diez años por eso las mentes lúcidas del (CEEC), que preside el asesor de ERC en materia de seguridad y defensa, ex fundador de CDC Miquel Sellarès, planteaba usar de momento las instalaciones militares ya existentes, pero ahora se les ha ocurrido otra idea más luminosa, ceder la defensa del territorio soberano catalán a las fuerzas armadas francesas. Pero vamos a ver, ¿es una broma pesada? O es que esta gente desconoce realmente la historia y las relaciones franco-españolas desde tiempo inmemorial. El caso es que el partido Junqueras ERC acudió a las pasadas elecciones con un programa que abogaba por el “desmantelamiento de las estructuras militares en Catalunya y su reconversión de la industria militar en industria civil”. ¿Qué ha cambiado?

Hablando de historia, es que se olvidan estos provincianos que el pueblo español luchó por su independencia contra el imperialismo napoleónico. Pero la rivalidad entre Francia y España se remonta ya a finales del siglo XV, en tiempos de los Reyes Católicos y posteriormente durante el siglo XVI con diversos conflictos que finalizan con predominio español con la firma en 1559 de la Paz de Cateau-Cambrésis.

  Aparentemente se vive un periodo de paz entre ambos Estados durante el resto del siglo, pero no, dada la convulsa situación interna que experimenta Francia por los conflictos entre católicos, calvinistas y los diferentes partidos durante las Guerras de Religión. Más tarde durante el reinado de Felipe III se vive cierta relajación de la tensión en las relaciones con Francia, culminando con los acuerdos matrimoniales de 1615 entre ambas casas durante la regencia de María de Médici. Pero tras el ascenso de Luis XIII al trono, las relaciones entre ambas naciones volverían a ser tensas, viviendo su apogeo una vez el Cardenal Richelieu fue nombrado primer ministro.

La Guerra de la Independencia Española (1808-1814) fue un enfrentamiento militar entre España y el Primer Imperio Francés, parte de las Guerras Napoleónicas, provocado por la pretensión de Napoleón de instalar en el trono español a su hermano José Bonaparte, tras las abdicaciones de Bayona, motivadas por la querella entre Carlos IV de España y su hijo y heredero Fernando VII, orquestada por los franceses, que se inició con el Proceso de El Escorial y culminó con el Motín de Aranjuez, y tras él, el resentimiento de la población por las exigencias de manutención de las tropas extranjeras, que dio lugar a numerosos incidentes y episodios de violencia, junto con la fuerte inestabilidad política y el ascenso al poder de Fernando VII que precipitó los acontecimientos que desembocaron en los primeros levantamientos en el norte de España y la Jornada del 2 de Mayo en Madrid, las noticias de la brutal represión, inmortalizada en las obras de Francisco de Goya y las abdicaciones de Bayona del 5 y 9 de mayo, se  extendieron por la geografía española surgió el llamamiento, iniciado en Móstoles, a enfrentarse con las tropas imperiales, decidieron la guerra por la vía de la presión popular a pesar de la actitud contraria de la Junta de Gobierno designada por Fernando VII. Napoleón I, en su exilio, declaró:

“Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido”.

En el terreno socioeconómico, la guerra costó en España una pérdida neta de población de 215.000 a 375.000 habitantes,[] por causa directa de la violencia y las hambrunas de 1812, y que se añadió a la crisis arrastrada desde las epidemias de enfermedades y la hambruna de 1808, resultando en un balance de descenso demográfico de 560.000 a 885.000 personas,[ ]que afectó especialmente a Cataluña, Extremadura y Andalucía. A la alteración social y la destrucción de infraestructuras, industria y agricultura se sumó la bancarrota del Estado y la pérdida de una parte importante del patrimonio cultural. A la devastación humana y material se sumó la debilidad internacional del país privado de su poderío naval y excluido de los grandes temas tratados en el Congreso de Viena,donde se dibujó el posterior panorama geopolítico de Europa.

Ilustraciones de la época:

 

 La defensa del parque de Monteleón durante el Levantamiento del 2 de mayo en Madrid.

Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, de Francisco de Goya, representa la represión del ejército francés el 3 de mayo en Madrid

Tratado de Los Pirineos

 

 

 

 

 

Napoleón Bonaparte por Andrea Appiani (1805).

 

 

La carga de los mamelucos de Francisco de Goya.

 

 

       

 

 

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